- Muchos pequeños leoneses cruzan por primera vez las puertas del centro en el que estudiarán el resto de cursos; un gran paso que supone un importante cambio tanto para ellos como para sus padres
“Yo lo sigo viendo muy pequeño para un cole tan grande, pero es lo que toca y hay que cumplir etapas”. Es la frase de los padres de un niño de tres años que este viernes pasa de ser casi un bebé de guardería a un niño grande de colegio. Nervios, preparativos y mucha adaptación es lo que necesitan estos pequeños de solo tres años en esta nueva etapa educativa en su vida. Un gran cambio emocional y de rutinas en la vida de los niños y también de sus padres.
La mochila, el babi, el uniforme y el material escolar, ya está todo listo para que esta mañana los pequeños de tres años de León crucen por primera vez las puertas del que será su colegio durante los próximos años. Público, privado o concertado, es lo de menos en una jornada de primeras veces que produce mucha inquietud y nervios para los padres, en ocasiones casi más que para los niños.
Conocemos el caso de tres niños con perfiles distintos que afrontan este comienzo de distintas formas, igual que les ocurre a sus padres. Todos tienen un denominador común: es la primera vez para todos en esta situación, saben que su hijo terminará adaptándose, reconocen que la conciliación es muy complicada, y que es un gran cambio que viene a revolucionar las casas, al menos hasta que la rutina se encarrile y todo se asiente.
Contentos pero con miedos
Daniel cumplió tres años en enero y este año comienza en el colegio Leonés, aunque, cuando le hablan del ‘cole de mayores’, prefiere hacer “como que no oye”, cuenta Carmen, su madre. “Llevamos todo el verano, desde que terminó la guardería, mentalizándole, poco a poco. Le reforzamos la idea de que ya es mayor, que va ir a un cole más grande, que ya no hace cosas de pequeño, y que conocerá muchos niños”, explica esta madre. Daniel no pregunta nada, y tampoco verbaliza su miedo, es muy pequeño para ello, pero su madre sabe que no tiene ganas de ir: “Él quiere volver, pero a la guarde, con su profe de siempre y sus amiguitos, del cole no quiere oír hablar”. Sin embargo, sus padres, con los preparativos, intentan que le haga ilusión. “Le contamos que va a tener una mochila nueva de Superhéroes, que le encantan; el otro día estuvimos probando el uniforme y le explicamos que es para que todos los niños vayan iguales; y que su cole tiene un patio muy grande para jugar”, explica Carmen. “Como le conocemos y sabemos que los cambios le ponen nervioso, le hemos tranquilizado diciéndole que el primer día va a estar solo una hora y luego le recogemos. Sabemos que va a llorar, porque los cambios le asustan, pero es periodo de adaptación para todos”, reconoce la madre de Daniel.
Más implicación, más actividades y más material
Los cambios son muchos con respecto a la guardería, hay que estar pendientes de muchas más cosas, según cuentan los padres. “Hay mucho más material escolar, en nuestro caso, además, el cole de Dani es concertado, por lo que el uniforme es un gran cambio; existen muchas más anotaciones, como que tiene que llevar un cojín porque se echan la siesta, un neceser con su cepillo de dientes por si se queda al comedor… ese tipo de cuestiones de las que los padres tenemos que estar pendientes”, apunta Juan, el padre de Daniel. “El colegio requiere mucha más implicación con nuestro hijo, lo cual está muy bien, en la guardería era más cosa de las profes. Ahora hay que organizar disfraces, fiestas y días en los que tenemos que acudir”, explica Juan.
Los padres de Daniel reconocen que tienen miedo y nervios, porque le siguen viendo pequeño, “pero es una nueva etapa y eso también es muy bonito, a veces los cambios son peor para nosotros que para los hijos”.
“Creo que él está más preparado que nosotros”
Lucía es la madre de Río, que este año comienza por primera vez en el colegio las Anejas de León. El pequeño es el mayor de sus dos hijos, y asegura que está muy contento y con muchas ganas de comenzar. “Llevamos semanas contándole historias, pasando por delante del cole para que lo vea, y en definitiva haciendo que se familiarice con ello, y él está muy expectante y con ganas”. En el caso de Lucía, bromea asegurando él está “más preparado que nosotros”.
“La clase es pequeñita, de unos quince niños, y no coincide con ningún compañero de la guardería, por lo que todo es muy nuevo; pero lo peor para adaptarnos van a ser los horarios, especialmente en septiembre, que sale más pronto, para compaginarlo con los trabajos”, dice Lucía. Además, Río se queda al comedor y tiene una fuerte alergia alimentaria: “Estamos nerviosos por que lo controlen bien y no haya problemas”. “En la guardería todo era mucho más familiar, estábamos al tanto de todo, lo que comía y lo que hacía, imagino que ahora ya no será así. Además, al ser privada, solo cerraba una semana en agosto, y eso para conciliar ha sido muy bueno”, cuenta Lucía a quien, junto a su marido Sergio, le espera una rutina distinta con muchas más vacaciones escolares, en las que tendrán que organizarse con campamentos, pedir vacaciones incluso excedencias en el trabajo.
La clave es huir de lo negativo y fomentar lo positivo
Como anécdota, otra madre, Pamela, cuenta que entre su casa y el nuevo colegia hay una gran cuesta que tendrán que subir cada día, y le ha contado a su hijo, Darío, que así harán ejercicio todos los días; de esta manera, el niño ha empezado a contárselo a todos, viviéndolo como una una gracia. “Es una manera de hacerles ver el lado positivo, así nos lo han recomendado en el colegio”, manifiesta la madre. También es importante validar las emociones del niño y decirles que no pasa por llorar, “pero siempre es mejor decirles la suerte que tienen de ir a un cole genial, mejor que recordarle que va a ser muy grande, con mucha gente nueva; se trata un poco de darle la vuelta”.
A vueltas con la conciliación
Hasta ahora los niños han pasado tiempo con sus padres, con sus abuelos y en la guardería, horarios más flexibles que se adaptaban a los trabajos de los padres. Ahora la cosa cambia, los horarios de los colegios son estrictos y, por lo tanto, algunos padres tienen que hacer puzles con las horas del día para poder organizarse, así lo confiesan las tres familias.
Sin embargo, Pamela es un caso extremo de dificultad a la hora de conciliar, puesto que su marido trabaja fuera, primero en Noruega y ahora en Huesca, por lo que pasa tiempo sola con el pequeño. Estos días serán complicados y adaptativos para madre e hijo, pero asegura que lo lleva con alegría y con la confianza de que su hijo se adaptará bien: “Es muy abierto y nunca tiene problema de conocer gente nueva, así que tengo confianza de que vaya bien”.
Para Darío es todo nuevo, porque por la tarde tiene que seguir yendo a una guardería, ya que el turno de su madre en el trabajo es partido. “Justamente va a empezar una nueva, distinta a la que lleva yendo tres años, porque se adapta más a mi horario, que salgo a las ocho de la tarde”, comenta Pamela. “El primer día, el viernes, lo he pedido en el trabajo, pero el lunes ya va de madrugadores hasta el comedor, de 8:15 hasta 15:30 horas, y luego a la guardería por la tarde. “Cuando viene su padre, se queda bastante tiempo con nosotros, pero estando sola y sin una red de apoyo cerca, porque mis padres son mayores y viven en un pueblo de León, es imposible”.
Un día de cambios para estos niños y sus padres que sin duda estará cargado de anécdotas y una nueva etapa en la que la clave es la adaptación y la paciencia.