- Habla la médico leonesa Blanca Llamazares, madre de la joven asesinada el 27 de octubre de 2022 por César A.C., guardia civil en prácticas que fue su expareja: “Se acabó el silencio, ahora toca justicia para Teresa”
- El juicio, con jurado popular, se celebra del 9 al 15 de octubre en Bruselas
- La familia pide que se dé visibilidad a este juicio. “Basta ya de tanto silencio mediático e institucional”
“Nosotros éramos como tú, una familia”, advierte Blanca Llamazares estos días en sus estados de whatsapp, repletos de fotos de su preciosa hija Teresa, asesinada hace 35 meses en Bruselas por su expareja. “No supo aceptar que Teresa no quisiera estar más con él y la asesinó”, cuenta a León24horas su madre, médico leonesa que desde hace años vive junto a su familia en Valladolid.

Toda la familia materna de Teresa tiene sus raíces en León. Una familia que lleva tres años sobreviviendo a la ausencia de la pequeña de la casa con el peso de un dolor inimaginable y durante demasiados meses con un silencio atronador sobre el caso: “Es complicado estar al día de un procedimiento judicial que se juzgará en un país ajeno, con una legislación diferente y un idioma diferente”. Y eso que Blanca domina el francés, pero cómo puede una madre enfrentarse a un sumario que recoge todos los detalles sobre un crimen atroz: las 153 puñaladas, la sangre, la planificación previa de la muerte, las conversaciones de la víctima con sus amigas…
Hubo a quienes les escoció la inscripción de la esquela que se publicó hace casi tres años. “Teresa Rodríguez Llamazares, 23 años, falleció asesinada en Bruselas”. Por alguna razón, chirrió a algunos que se plasmara en el periódico la cruda verdad, como si no fuera necesario empezar a llamar las cosas por su nombre. Asesinada, pero su nombre no forma parte de la larga lista de mujeres a las que arrebataron la vida de sus parejas o exparejas en España en 2022 (49 ese año, 1.253 desde que en 2003 se empezaron a contabilizar en este país), porque este crimen atroz ocurrió en Bruselas.

A Teresa la trajeron de Mozambique hace ahora 26 años. Tenía 23 cuando su asesino confeso la apuñaló salvajemente en cara y cuello. Teresa y su hermano Fran Habían llegado a España desde África con la inmensa sonrisa y toda la ilusión del mundo de Blanca y Juan, sus padres. “La salvaron de una vida difícil y mira cuál ha sido su final”, lamenta su tía materna Teresa, otra leonesa devastada por el crimen, como toda la familia, que en su mayoría vive ahora en Valladolid.
Lo explica muy claro la tía de Teresa Rodríguez: “¿A qué mujer de tu entorno tienen que asesinar para que seas consciente de la lacra de la violencia machista?”. ¿Cuándo se supone que reaccionaremos a esta sangría insoportable? La cifra de mujeres asesinadas en España desde que se contabiliza esta lacra grita por sí sola: 1.253, más las supervivientes, más todas esas familias que deben seguir viviendo con sus ausencias.

En junio de 2023, Teresa había iniciado una nueva etapa profesional en Bélgica. Trabajaba como enfermera en el Institut Jules Bordet de Bruselas y estudiaba un máster de Oncología. “Pensaba estar allí al menos hasta terminarlo, dos años”, cuenta su madre.
Pero en octubre había un puente y el exnovio de Teresa quiso pasar su 24 cumpleaños con ella en Bruselas. También ella había cumplido años semanas antes. “Teresa había cortado la relación, no quiso seguir con él, que fue su primera pareja, pero ella creyó que podían seguir siendo amigos”.
El jueves 27, a primera hora de la mañana, el hombre que tres años después será juzgado por asesinar a Teresa llegó a casa de ella justo cuando su compañera de piso se fue de viaje. Teresa le abrió.
Las evidencias de violencia extrema que recoge el sumario son escalofriantes. La casa se llenó de sangre y en el suelo quedaron los dos cuchillos que César usó para quitarle la vida a Teresa antes de huir por la ventana que daba a la casa de al lado.
El relato de lo que ocurrió después es lo de menos: Él se fracturó algún hueso en la caída, pidió socorro, lo ingresaron en un centro hospitalario. “Luego contó que se había intentado suicidar”. Cuando llegaron a auxiliarle no contó nada de lo que acababa de hacer, pero la Policía vio los restos de sangre en su calzado, la pared, la ventana abierta… Mejor ni imaginarse la escena que encontraron al acceder a la vivienda de Teresa.
El peor día de la familia Rodríguez Llamazares empezaba ese jueves, unas horas después. Al final de la tarde llegó la Policía a casa de Juan y Blanca: “Nos dijeron con frialdad que nuestra hija había muerto, así sin más, y nos dieron un papel con un número de teléfono para que llamáramos”, cuenta ella. “Por teléfono nos dijeron desde Bruselas que a Teresa la habían matado a cuchilladas, yo supe en ese momento que había sido César, aunque nadie nos confirmó nada, nos fuimos a Bruselas lo antes que pudimos”.

Al llegar a Bélgica los padres de Teresa supieron los detalles que nunca hubieran querido saber. “Él reconoció los hechos, dejó en su móvil un mensaje de despedida, y también hallaron en su teléfono búsquedas de cómo matar a una persona en su teléfono”.
Cuenta Blanca que unos tres meses después del crimen se realizó la reconstrucción de los hechos en la vivienda de Teresa. “César dijo a la Policía que no sabía por qué lo había hecho, que quería mucho a Teresa, que era el amor de su vida…”.
Dos abogados belgas asisten y representan a la familia de Teresa en el juicio que empezará en pocos días en el Palacio de Justicia de Bruselas, aunque el sistema judicial belga es muy diferente. “No hay acusación particular, sólo acusa el Ministerio Fiscal”.
No podría Blanca pedir lo que querría, que le devuelvan la vida a su hija, así que sólo quiere justicia. “No queremos que la historia de Teresa quede silenciada, como tantas, queremos que se castigue al asesino con la mayor pena posible, que se cuente que siguió el patrón de la violencia de género: La maté porque era mía, es tan estupenda que no va a ser de nadie más…”
No han tenido los Rodríguez Llamazares disculpas de la familia del agresor de su hija y algunos testigos del juicio se niegan a viajar a Bruselas. Aún más dolor para una familia agotada que en estos tres años se ha sentido “desamparada e indefensa” a nivel judicial.
Quieren dan las gracias infinitas a todos los que les han arropado durante estos tres años, “que han sido muchos”: la Universidad y el Ayuntamiento de Valladolid, el Parlamento europeo y todos los ciudadanos amigos y anónimos que han querido sumarse a su profundo dolor.
“Lo nuestro ya no tiene remedio, pero pedimos justicia por Teresa y por todas las teresas del mundo, que son demasiadas. Ojalá un marco común para esta lacra en Europa”.
Un jurado popular integrado por una docena de personas deberá decidir del 9 al 15 de octubre en Bruselas sobre la condena del asesino confeso de Teresa Rodríguez Llamazares. La familia de ella confía en la justicia.


