Las rosas modernas son el resultado de cruzamientos artificiales y programas de mejora realizados a partir de 1867, con la llegada a Europa de especies de la India y China, con el objetivo de potenciar su uso ornamental. Las rosas de cultivo existentes en Europa hasta esa fecha se encuentran prácticamente desaparecidas, a excepción de la Rosa Damascena y la Rosa Centifolia, cultivadas y explotadas comercialmente por la industria del perfume en Bulgaria y Francia, respectivamente. Ahora un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) del que forma parte el investigador y catedrático de Biología Celular de la Universidad de León, Rafael Álvarez Nogal, y coordinados por la investigadora del CSIC Carmen Martínez, ha seleccionado, mejorado, descrito y analizado genéticamente por primera vez una variedad de rosa antigua cultivada española. Este trabajo, que se publica en la revista Horticulture Research supone el primer paso para la protección, conservación y reconocimiento oficial de un nuevo recurso fitogenético español.
La investigación muestra el descubrimiento, selección y caracterización completa de una variedad de rosa cultivada antigua, encontrada en un jardín particular de Carballo, un pueblo situado en el valle del río Cibea (en el concejo asturiano de Cangas del Narcea). La denominada ‘Rosa Narcea’ tiene su origen en un híbrido antiguo natural de Rosa Centifolia, empleada en perfumería, y Rosa Gallica, prácticamente desaparecida en la actualidad, que antiguamente tenía un uso cosmético, medicinal y gastronómico.
Rafael Álvarez Nogal se ha encargado de estudiar microscópicamente los pétalos de la ‘Rosa Narcea’, con diversos microscopios ópticos y también con el microscopio electrónico de barrido. Estos análisis daban respuesta a algunas incógnitas como dónde acumula el aroma la rosa y de qué manera lo libera al exterior. “Las plantas que emiten olor, lo hacen para atraer a insectos, que llegan y reconocen la superficie del pétalo de la flor que emite el aroma, al tiempo que los pétalos deben procurar una humedad prolongada para mantener el atractivo de la flor”, detalla Álvarez Nogal quien es habitual colaborador de las investigaciones de Carmen Martínez que se centran sobre todo en la vid y el olivo. La aportación de Nogal a la investigación de la ‘Rosa Narcea’ desvela que “la cara de los pétalos que vemos tiene células con forma de cono y cutícula rugosa que el insecto reconoce y donde interacciona con las gotas de rocío o lluvia, y a través de las estrías de la cutícula se libera el aroma”, explica el investigador leonés, “y por la cara oculta de los pétalos tiene células planas, pero con estrías, por las que también se emite el aroma”.
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Para Alvarez Nogal el descubrimiento y descripción de una nueva variedad de rosa de la que se pueda obtener esencia para la elaboración de perfumes “es extraordinario y muy importante, creo que la aparición en el mundo de la perfumería de una nueva rosa, además española, es un hito muy destacable”.
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS
La Rosa Narcea desprende una intensa fragancia y es de color rojo-púrpura. Sus pétalos son abundantes, con una media de entre 60 y 70 en cada flor, y de gran tamaño. El rosal florece solo una vez al año, entre los meses de mayo y junio. Otra de las características diferenciadoras es la forma de crecimiento del rosal que, en lugar de formar arbusto, crece erguido, como si de un pequeño árbol se tratase.
Los ejemplares de Rosa Narcea crecen en una zona de montaña situada en la cordillera Cantábrica -que alcanza en algunos puntos los 1.700 metros de altitud sobre el nivel del mar-, con valles muy angostos recorridos por numerosos ríos y alejada de las masas húmedas de la costa por grandes barreras montañosas, “donde se crea -apuntan los científicos- un microclima muy especial”. Según los datos recogidos por los investigadores hasta el momento, estas condiciones hacen que la rosa produzca mayor intensidad aromática y muestre el mejor comportamiento agronómico.
En la actualidad, solamente un reducido número de variedades de la Rosa Damascena, en Kazanlak-el Valle de las Rosas (Bulgaria), y la Rosa Centifolia, en Grasse (Francia), continúan siendo cultivadas en Europa para la obtención de aceites esenciales de rosa, agua de rosas y otros productos cosméticos. La primera constituye la industria más importante de Bulgaria (en 2014 la Unión Europea reconoció sus rosas con el distintivo de Indicación Geográfica Protegida). El cultivo de la segunda se reduce a Grasse, una pequeña área geográfica de Francia donde se produce prácticamente en exclusiva para determinadas marcas francesas de cosmética de lujo. Su cultivo, junto con el del jazmín o el iris, así como las técnicas de elaboración de perfumes en esta zona, fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2018 por la UNESCO.
“Nuestros resultados demuestran el carácter único de esta rosa y apuntan a un posible interés comercial en el campo del perfume, de la medicina o de la alimentación. No obstante, estos aspectos tendrán que ser corroborados en futuros estudios, para los cuales estamos iniciando una colaboración con la Academia Española del Perfume”, señalaba recientemente la coordinadora de la investigación.