A raíz de ser padres, comenzamos a darnos más cuenta de lo que pasaba a nuestro alrededor, creíamos que los años del caciquismo y el típico “aquí mando yo”, se habían extinguido.
Comprobamos que sigue habiendo favoritismos y que aquello que se debería de tomar como un trabajo para la ciudadanía, lo hacen como si fuera un favor, sí, un favor, actuando como si fueran dueños y señores de lo que es de todos nosotros, puesto que con las contribuciones y el esfuerzo, tanto nuestro como de nuestros antepasados, levantamos nuestros municipios y juntas vecinales.
Todo esto en un país en que sigue campando la corrupción en que la izquierda cada vez se parece más a la derecha y en el que, por si faltara algo, se comienzan a ver partidos peligrosamente extremistas.
Nosotros, que durante los más de cinco siglos que fuimos un pais independiente, fuimos la Cuna del Parlamentarismo, nos vemos despreciados, mientras nos agradecen nuestro pasado incumpliendo la Constitución, manipulando nuestra historia y tratando de sustituir nuestra identidad por otra inventada y haciéndonos perder nuestras señas de identidad como nuestras juntas vecinales, otra de las consecuencias de la falta de servicios y derechos que vacía nuestros pueblos con lo que no hay relevo generacional para seguir manteniendo nuestras ancestrales instituciones y, en aquellos lugares en los que todavía la despoblación no se ha cebado en ellos, porque los cargos de las mismas son copados por políticos más preocupados por su futuro que por el bien común.
¿Hasta cuándo esos creciditos y empavonados se van a salir con la suya?