Sábado de Pasión es sinónimo de Cautivo, Piedad y Esperanza. Sábado de Pasión es olor a incienso de reyes, es nervios en el estómago y son lágrimas en los ojos al ponerme bajo sus pies, es recuerdo y es familia, pero este año en especial es importante porque por fin la Real Colegiata es verdaderamente Casa. Hoy se materializa su epíteto: Señor de San Isidoro.
Cada Sábado de Pasión a las 6 de la tarde, las puertas de Santo Martino se abren y una nube de incienso inunda la plaza que lleva su nombre. El sobrecogedor silencio se rompe al toque de un llamador. El paso comienza a moverse hasta la misma clave del arco, que quiere besar las potencias del Cautivo. Ha llegado el momento. Es el principio de nuestra Estación de Penitencia, donde toda la ciudad de León se convierte en palacio de Anás.
Pero, sin duda, el Sábado de Pasión es también Victoria, ellos son el ritmo al que avanza la Fe por nuestras calles. Ellos tienen el privilegio de recrear el arte para el arte. Sus dedos son gubias y pinceles que inundan de arte el aire cargado de incienso pero que también inundan los corazones de quienes, bajo el paso o en la acera, escuchan su música, que anuncia la Pasión de Cristo y el dolor de la Madre, y que se queda reverberando en las calles, aún cuando nuestros ojos ya no puedan ver la devoción hecha madera.
David Domus Panis