- Juan Carlos F.D. tenía 63 años. Su cadáver mutilado apareció este domingo en el interior del pozo de su vivienda, en el número 3 de la plaza del estanco del pueblo
Aparece en Lorenzana el cadáver de un hombre con los testículos mutilados
Llueve mucho este miércoles y apenas hay gente por el pueblo. “Llegue usted al bar Líder y tire por la calle de Santiago Apóstol, al fondo verá el estanco”, señala con la mano una señorina que ha salido a comprar el pan. “Cuando llegue a la placita, la casa blanca de la izquierda es”, explica, “ayer todavía hubo mucha policía entrando y saliendo, hoy ya no vi”.
En el número 3 de la casa blanca de la plaza del estanco continúa el precinto de la Guardia Civil desde el domingo. Hasta hace tres días, allí vivía solo Juan Carlos F.D., de 63 años. No hay nombres en el buzón.

Fue su pareja -que vive a unos 50 kilómetros de Lorenzana- quien dio la voz de alarma el domingo. Extrañada porque no contestaba a sus llamadas, llamó a media mañana al servicio de Emergencias 112 para denunciar su desaparición. “Algo ha tenido que pasarle”. Habían quedado para comer juntos ese día. Le extrañó que llevara horas sin coger el teléfono. Tampoco sus primas sabían nada de él.

Tras preguntar y buscarlo por el pueblo, la Guardia Civil entró en la casa por la tarde junto a varios familiares y su pareja. Carlos no estaba en ninguna de las habitaciones, ni en la cocina, ni en el baño. Al abrir la puerta de acceso al jardín, uno de los agentes vio sangre y mandó salir a todos de la vivienda.
A partir de entonces, se corrió la voz en el pueblo. “Le ha pasado algo a Carlos”. “Es Charli, hay mucha policía en la puerta de su casa”, cuenta un hombre de su edad que le aseguraron el domingo en la calle de al lado. “Su prima me ha contado que entraron con la Guardia Civil porque estaban preocupados y que han visto sangre, no les han contado más”.
Se supo después que localizaron el cadáver de Carlos en el interior del pozo de la vivienda que ocupó “toda la vida” junto a sus padres. La Guardia Civil la ha precintado. Los testículos estaban mutilados, sobre el brocal del pozo.
Juan Carlos -Carlos para la mayoría, Charli para algunos amigos- se había dedicado a la construcción, como su padre. Hijo único, cuidó de sus padres en la vejez. La madre había muerto “hace mucho, igual 20 años”. El padre, “hace una década o así”. Sus amigos cuentan que atravesaba un bajón anímico, “quizá una depresión”, aunque nadie se atreve a aventurar los motivos de su supuesta tristeza. “Ahora no trabajaba, creo que recibía una pequeña ayuda de subsistencia”, cuenta un amigo.
“Desde que cambiaron la hora no se le veía mucho por el pueblo”, apuntan en una de las panaderías de Lorenzana. “Sé que estaba con depresión, pero me cuesta creer que se suicidara. A quienes le conocían más, también”, dice otro chico del pueblo que le trataba “desde siempre”. “Estamos en shock, todo el pueblo lo está”.
Hablan de Carlos como “un hombre tranquilo, amable, amante del campo”. Cuentan que le gustaba pescar, cazar, coger setas, andaba mucho por el monte. “Aunque últimamente, menos”.
“No fue nunca un hombre violento”, dice otro vecino. “Jamás le vi discutiendo con nadie ni mucho menos en peleas”. “Me cuesta mucho creer que él mismo hiciera esa salvajada”, señala un amigo muy afectado por la tragedia.
Los detalles que han trascendido sobre el escabroso hallazgo del cuerpo mutilado de este hombre de 63 años han estremecido a cuantos le conocían. “Cómo es posible”.
Desde la Subdelegación del Gobierno apenas se han facilitado datos a los medios de comunicación. Este martes a mediodía: “La Guardia Civil está investigando la aparición de un cadáver de un varón de 63 años el pasado domingo por la tarde en Lorenzana. Aunque no se ha descartado ninguna hipótesis, todo apunta a un suceso autolítico“.
Media hora más tarde, más información, un detalle que sobrecogió a cuantos lo leyeron: “El cadáver apareció con los genitales desmembrados. Fuentes de la investigación apuntan a una posible automutilación”.
En otra panadería del pueblo una anciana se echa las manos a la cabeza y no alcanza a contar nada. “Sí, sí, le conocíamos todos, qué le habrá pasado”. Se va deprisa haciendo gestos con las manos. En un bar cercano, un hombre de unos 80 años no se explica cómo podría alguien “cortarse los huevos a sí mismo para quitarse la vida”. “Me han dicho que fue él mismo quien se hizo toda esa barrabasada, que en el jardín había un espectáculo dantesco, con los testículos en el pozo y sangre por todas partes”.
Ciertamente, cuesta imaginar que una persona que decide quitarse la vida se lesione tan salvajemente y siga vivo como para tirarse a un pozo. “A ver si os dicen eso como cebo para no dar demasiadas pistas del crimen”, deja caer un vecino. “Da mucho miedo pensar que alguien pueda haberlo torturado y matado, no sé”.
Otros vecinos, muchos, prefieren no especular. “Prudencia, por favor, que las primas viven en el pueblo y se hace mucho daño si contáis cosas que no son”.
En la Subdelegación del Gobierno en León no han facilitado más detalles sobre la extraña muerte violenta de este hombre de 63 años. Por el momento.



