- “Antes del juicio tenía miedo de que el agresor hiciera creer a todo el mundo que la mala era yo, que mira todas las barbaridades que dijo sobre mí cuando creyó que no viviría. ¡Pues vivo!”
 - “Para mí, Pedro Muñoz es un asesino, lo que me hizo es peor que matarme”
 - “A veces tengo mucho miedo de estar mal otra vez, me desoriento y no me encuentro bien, confundo cosas, no sé dónde estoy…”
 
Han pasado más de 61 meses desde que la vida de Raquel Díaz (Villablino, 1976) cambió radicalmente. Han pasado 1.868 días entre la tarde en que el hombre que ella creía querer, su marido, la dejó al borde de la muerte y la tarde -este martes- en que recibió la noticia de que la sentencia que condena a Pedro Muñoz –“el fin de mi calvario”– es firme.
16 años y 11 meses al expolítico berciano por “lesiones agravadas” y otros cuatro delitos de maltrato, según ratificó esta semana el Supremo, tras haberse juzgado el caso en la Audiencia Provincial de León en diciembre de 2023 y confirmarse el fallo por el TSJCyL.
La propia Raquel Díaz contó en el juicio lo que pasó aquella fatídica tarde, una versión a la que el tribunal dio total credibilidad: Muñoz la lanzó por la terraza y bajó para apalearla brutalmente. 17 lesiones graves. Raquel yació semiinconsciente, reventada a palos, entre la vida y la muerte, postrada en silla de ruedas de por vida y con daños cerebrales irreversibles. Sufre una lesión frontal que es un tipo de demencia, según explicó la neuróloga Mercedes Macías en la vista oral…
Un deterioro cognitivo que va y viene, días mejores y otros no tan buenos, y ella es a menudo demasiado consciente de la gravedad de sus lesiones cerebrales. “A veces tengo mucho miedo de estar mal otra vez, me desoriento y no me encuentro bien, confundo cosas, no sé dónde estoy…“, cuenta serena.
“Una de las peores cosas de estos años es que a mí se me ha dejado muy sola, y no entiendo por qué“, dice.
- ¿Sola? ¿A quiénes te refieres?
 - Sola porque ningún colega abogado quiso llevar mi caso, y eso no hay por dónde cogerlo, es una vergüenza. Sola porque media Ponferrada hizo como que no había pasado nada, y muchos sabían muchas cosas. Sola porque en mi partido, ¡que también era mi partido Coalición por el Bierzo!, hasta hicieron un comunicado de apoyo al asesino, y yo como si ya no existiera. Sola porque la gente que creía cercana, amigas, hasta alguna familia… desaparecieron en poco tiempo, la mayoría ni vinieron a darme un abrazo al juicio, como si fuera culpa mía que me hubieran intentado matar. Y ningún partido se ha acordado apenas de mí… Me han dejado sola, y eso ha sido insoportable porque yo ya he tenido bastante sufrimiento”.
 - ¿Has echado de menos a muchas personas?
 - Antes me dolían mucho las ausencias… Ya no. He comprendido muchas cosas, y también he conocido a gente que sí se preocupa por mí y me cuida. Me quedo con ellos.
 - ¿Te gustaría que Ponferrada saldara un día su deuda contigo, como ocurrió con Nevenka, que 20 años después vinieron los homenajes?
 - Pues no te extrañe que dentro de unos años cuando salga mi película me pongan una plaza, o un parque, y todos quieran hacerse fotos conmigo. La política es así, y te lo digo yo, que estaba en política.
 
Raquel lloró desconsoladamente al coger el teléfono este miércoles por la tarde para valorar la sentencia. “Siento mucha emoción“. Acelerada, contenta, un poco asustada, luego más relajada. “Lloro de felicidad, el martes fue un día muy importante para mí, no me esperaba que el Supremo fallara tan pronto“, dice.
En febrero cumplió 49 años, aunque a veces parece una niña. Acaban de sacarle de la ducha. Desde hace cinco años, apenas hace nada sola, todo “se lo hacen”, y ella a veces sueña con que se levanta por las noches “sin ayuda”, con que vuelve a andar, “como si todo hubiese sido un mal sueño”. Y al despertar, a veces desorientada, duda si era un delirio o eran las ganas. Raquel ya no quiere hablar de su agresor, con el que los primeros tres años tuvo pesadillas cada noche.
“Estoy contenta. Me enteré de lo del Supremo porque me llamó Patiño, mi abogado, un profesional al que tengo muchísimo que agradecer porque está haciendo un trabajo impecable. No me podía creer que ya tuviéramos sentencia firme, la esperaba para septiembre“, cuenta acelerada como una cría.
Ella, que fue abogada y formaba parte del turno de oficio de violencia de género en los juzgados de Ponferrada, sabe bien que el siguiente paso será pedir la ejecución de la sentencia, lo que significa que Pedro Muñoz debería pagarle la indemnización, 1,5 millones de euros, de los que Raquel es consciente de que verá una mínima parte. “Se le ha condenado ya por intentar descapitalizarse, a él y a sus hijos, y hemos recurrido al Supremo, pero me espero cualquier cosa“.
“Nosotros queríamos que lo condenaran por tentativa de asesinato u homicidio como delito principal, y no por lesiones agravadas“, lamenta, “que no vengan a decirme que se arrepintió de querer matarme, lo que hizo fue intentar salvarse él, nunca pensó que yo viviría para contar lo que me hizo“.
“Para mí es un asesino, así te lo digo, y tuvo suerte conmigo, porque si llego a ser de otra manera… se iba a acordar de mí por lo que me hizo“. Raquel llora. “Pero estoy contenta de que esto se vaya acabando, estos cinco años han sido muy duros, ese animal me partió la vida y el calvario ha sido tan largo…“.
“Pedro Muñoz es un asesino, lo que me hizo es peor que matarme. No puedo levantarme de esta silla ni volver a ser como era, ni a hacer muchas de las cosas que me gustaba hacer. Es un crimen lo que ha hecho con mi vida y con la de los míos, nos ha destrozado, por eso deberían haber hecho caso a nuestro recurso de casación y condenarlo como asesino, no por lesiones agravadas“.
“Pero mira, yo siempre he confiado en la justicia y con esta sentencia vuelvo a levantar cabeza, a pesar de los bajones anímicos que he tenido y tengo a veces“, dice, “he estado muy malita, lo que me hizo ese monstruo es una atrocidad: me dejó viva pero me reventó el cerebro, que es estar peor que muerta, he pasado muchísimo miedo“.
Raquel lamenta no haber sido capaz de salir de “aquel infierno de malos tratos y vejaciones“, aunque lo intentó varias veces, “pero pido a las mujeres que estén viviendo maltrato que pidan ayuda y salgan de casa cuanto antes, que no acaben como yo, y pido a todos que no se olviden de que la lacra de la violencia de género les puede afectar, que no crean que a ellos no les puede tocar esta mierda de lacra“.
“A mí toooodos me dieron por muerta, empezando por el agresor, y mi empeño por recuperarme ha sido para poder contar todo lo que me hizo y exigir justicia, eso es lo único que me ha dado fuerzas para seguir adelante estos años“.
“Todavía queda mucho por contar y quiero vivir para ayudar a otras víctimas con mi testimonio. Estoy trabajando en varios proyectos para contar a la sociedad que además de las víctimas mortales estamos las supervivientes, que sacamos fuerzas de donde sea porque queremos vivir, y en mi caso pienso luchar lo que haga falta hasta que se depuren las responsabilidades por todo lo que he sufrido“, dice Raquel, que vuelve a llorar hasta el hipo cuando recuerda que en 2018 -dos años antes de la agresión que casi la mata- pidió ayuda al 112, “pero alguien había manipulado todo desde el Ayuntamiento de Ponferrada para que no se me socorriera, y eso es otro crimen, porque mi vida podía haber sido otra“.
Se calma tras un mal rato y habla luego de lo bien que se lo pasa pintando acuarelas, y de lo largas que se le hacen estas últimas tardes de tanto calor “encamada”, porque la vida sobre dos ruedas provoca que de vez en cuando le salgan llagas y tenga que reposar aún más de lo que quisiera.
Con todo, tiene días buenos y sigue confiando en que su pesadilla terminará más pronto que tarde: “Cobraré la indemnización, terminaremos los procedimientos judiciales pendientes, volveré a irme de viaje a alguno de los sitios de mi lista y tendré una vida lo más tranquila posible a pesar de que esa bestia me haya asesinado“.
“Ya sólo quiero vivir para contar lo que me hicieron y ayudar a otras mujeres. Y déjame dar las gracias a toda la gente que me ha hecho llegar su cariño y su apoyo. ¿Sabes? Antes del juicio tenía miedo de que el agresor hiciera creer a todo el mundo que la mala era yo, que mira todas las barbaridades que dijo sobre mí cuando creyó que no viviría. ¡Pues vivo!“.
La historia de terror de Raquel Diaz, en IMÁGENES:















                                    
